Hace cuatro años y medio, Carla vivió de primera mano el peregrinaje de su madre, entonces enferma de cáncer de mama, de tienda en tienda buscando sujetadores especiales tras la mastectomía, pelucas y pañuelos para tapar la pérdida de pelo por la quimioterapia, cremas hidratantes para las cicatrices, maquillaje para pintarse las cejas también desap